Dr. Ariel Casanova

Abogado. Profesor en Ciencias Juridicas. Investigador.
Miembro de la Asociación Internacional de Derecho Cooperativo - Universidad de Deusto.




Educación Cooperativa: Formación para el desarrollo humano

24 febrero 2012 0 comentarios y opiniones

Autora: Prof. Cynthia Varela Dugo, Cs. de la Educación y Filosofia (CONSUDEC).

La educación Cooperativa, como todo acto educativo, tiene una intencionalidad, en primer lugar en propio ámbito de la cooperativa y luego fuera de ella. De un modo u otro, ambas dimensiones encuentran un punto de intersección, hacia adentro o como lo dice el principio cooperativo, hacia el “publico en general”, la educación cooperativa busca la formación para el desarrollo humano.  

¿Qué significa formar para el desarrollo humano?
El hombre no nace entero sino que se va “enterando” poco a poco de lo que es. Y eso es una tarea principalmente intelectual y moral.
Debido a la profunda unidad psicofísica del ser humano, podemos situarnos en distintos planos como el biológico o el psicológico, pero en este caso lo abordaremos desde la antropología. Y como a ésta le compete más bien el tratamiento teleológico del desarrollo nos explayaremos respecto de sus fines.  Crecimiento humano como formación.  

Formación y Conformación de los valores Cooperativos.
Por muy activo que sea el sujeto no lo es en sentido absoluto. Hay algo en las cosas que hace posible que las conozca. El ser de cada cosa es dejarse conocer.
Aprendizaje se refiere al hecho de ser informado por la realidad, de manera tal que la información revierta sobre la propia estructura personal y se convierta en formación, es decir, con – forme a la persona y le aporte criterios para poder juzgar y conducirse en la vida, una educación en valores cooperativos, es una educación que cala profundamente en la persona, porque los valores cooperativos son valores humanizantes y moralmente esenciales. 
El hombre es un ser abierto al mundo (Heidegger) hacia la totalidad de lo real, es algo intencional, es decir una tendencia humana inagotable.
“Se hace más ganosa cuando más se actualiza”
Para que se de esa apertura al mundo las realidades que la conforman deben tener la cualidad de “dejarse ver” (Aletheia).
Todo lo real puede ser objeto de un acto cognoscitivo.
La formación consiste entonces en que la información a la que hace referencia el quinto principio cooperativo, re obra sobre nuestra propia estructura cognoscitiva, enriqueciendo nuestra realidad con la realidad que captamos de esa educación y experiencia cooperativa.

El educador cooperativo: la importancia de los hábitos.
El educador en cooperativismo debe tener en cuenta que cualquier acto define al sujeto, le da una nueva forma accidental, perfectiva o no.  Se piensa en hábito como opuesto a creatividad por eso el rechazo, pero se deja en pie los hábitos formales a los que se llaman habilidades. Es de suma importancia en la tarea pedagógica comprender el carácter orgánico del conocimiento del cooperativismo, no puede reducirse a mera información sino que debe constituirse en una totalidad articulada.
El hábito de la sabiduría o cosmovisión, que implica una visión unitaria y jerárquica de lo real permitiendo la valoración y toma de posición de la persona con respecto al orden práctico, es fundamental.
El hábito de la prudencia es clave, la prudencia como inclinación permanente a elegir los medios más adecuados para el fin recto, es la que permite el paso en el orden moral del plano universal de los principios al plano de la acción singular (por y para el fin último).
El hábito del dialogo que, desde la perspectiva cooperativista, busca el bien común entre sus interlocutores se llama discusión, y el resultado de toda discusión debe ser el enriquecimiento mutuo de cada perspectiva individual.  Al intentar descubrir mancomunadamente la verdad, el que lo hace no es el ganador y los otros pierden, sino que ganan todos porque lograron su objetivo.

¿Por qué formar personas de criterio?
Una de las finalidades básicas del desarrollo intelectual es el sentido crítico, ser capaz de juzgar y discernir de acuerdo a criterios racionalmente fundados.  Pero no implica opinar sobre cualquier asunto (doxa) sino de poseer la autonomía como para pensar por nuestra cuenta (no por modas) y al mismo tiempo la lucidez para contrastar nuestros juicios con la realidad empleando los procedimientos necesarios para que nuestras apreciaciones sean rigurosas.
Por esto al enseñar el sentido crítico no puede hacerse sin apoyarse en contenidos objetivos, a partir de los principios y valores cooperativos que la inteligencia no crea sino que descubre.
El sentido crítico es necesario para la conducción de nuestra vida. 

Consecuencias

         Por todo lo dicho anteriormente ser personas de criterio nos habilita a ser sujetos conscientes de cada acción y decisión que realizamos.  Resulta despersonalizadora la actitud de quien sólo debe su conducta a factores ajenos a su libre y abierta voluntad, bien sean externos, como el ambiente o las modas; bien internos, como el capricho.  Este tipo de personas están desarmadas ante el peligro del adoctrinamiento y la manipulación, en la encrucijada en que nos encontramos hoy día del “libre mercado” y la exacerbación del individualismo.
         El esfuerzo que hacemos para comprender lo que es el hombre en su ser y en su mundo es lo que nos posibilita el reflexionar sobre nuestros actos.

“Aprender significa desarrollarse intelectual y moralmente”

 

 

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