“No os conforméis nunca con la palabra “cooperativa” sin ser
conscientes de
la auténtica esencia y del espíritu de
la cooperación”
Santo Padre FRANCISCO
Hay algunas Cooperativas que se han
vuelto auto-referenciales, cerradas a las distintas realidades de su contexto, a
los nuevos requerimientos de sus asociados o las necesidades de sus empleados.
La incapacidad de poder interactuar con los “otros”
en una cooperativa, no solo refleja su alejamiento con los principios del
cooperativismo sino que además la vacía de sentido, la transforma en una
maquina económica sin rumbo, sin horizonte.
Los síntomas en estas cooperativas comienzan
cuando se pierde la escucha, las frases más comunes son “lo que los socios quieren”, “la
gente no sabe nada”, “el personal
tiene que entender”, se habla de lo que los socios quieren, sin estos ser
consultados, en la creencia que ellos saben lo que los demás quieren. Se
monopoliza la verdad, los demás dejaron de saber, solo saben ellos. El personal
tiene que entender, pero no se hacen tiempo para explicarle que es lo que
tienen que entender.
Lamentablemente no
faltan ocasiones donde los auto-reconocimientos actúan a modo de
reconocimiento. Las auto-referencias son bastas, aunque inútiles. Todo aquel
que se alinea, es tenido en cuenta en detrimento de quienes quieren expresarse con
puntos de vista distintos.
Surge entonces la cosificación de las
personas, de los objetivos, de los procesos, todo se transforma en un mero proseguir, todo tiene que ser parte del
engranaje productivo.
Mientras más se proclaman los principios cooperativos,
más se abandonan. El cumplimiento de los principios cooperativos debe ser esencial,
propio y real, no argumentativo.
Si estas cooperativas no recuperan la
capacidad de crecer, y en conjunto con los "otros", tienen como destino la perdida de la
identidad solidaria.